Un Freddie Mercury reencarnado entonando una canción en un cuerpo mutilado. Otros cuerpos alterados, transformados. Cinturas estrechas aprisionadas por diminutos corséts, caderas anchas, pechos prominentes, sexos y cuerpos exhibidos tras una vestimenta casi transparente; vagando por las calles de una noche parisina de antaño, fría y brumosa. Cuerpos que se venden y se entregan al placer por dinero, otros ocultando algo en sus grandes gabardinas... ¿Qué ocultan? ¿Objetos robados? ¿Sus propios miedos? ¿Sus sentimientos? ¿Miedo a sufrir de nuevo una decepción amorosa?
Estos cuerpos caminan cansados, rotos, como figuras de porcelana – lo puedes ver en sus rostros- sus piernas se han transformado en pezuñas de tanto caminar por esa noche oscura. Trotando entran a un bar, interactuando con lo habituales del lugar; todos quedan maravillados, estupefactos, sorprendidos de esos cuerpos que deambulan enfundados en trajes rasgados, envueltos en cartón y en bolsas de basura. Y así, regresan a la calle de donde vinieron a seguir cabalgando por la noche, esperando tal vez nada, desapareciendo.
¿De qué demonios hablas? Hablo de cómo el desfile de la Maison Margiela Artisanal Collection 2024, bajo la idea y el concepto del genio de John Galliano y todo su equipo logró estas atmósferas, estos mundos, estas películas vivientes. Y como diría Mauricio Salas: “Todos los modelos entendieron muy bien la película”; entendieron como crear su personaje, como convertirse en otro que no fueran ellos, no solo a caminar si no a transmitir algo mágico, misterioso, hermoso y perturbador a la vez, involucrando todo su cuerpo, su mente, pero también su corazón. Todos están conectados, nadie se distrae, todos disfrutan del momento y lo comparten con el público, público que se deja envolver en la escena que termina con aplausos, “¡Bravos!” y hasta lagrimas de emoción. ¿Cómo es posible que una pasarela y modelos puedan transmitir tanto? ¿Por qué en la danza se ha perdido tanto esto? ¿Importa lo técnico?, ¡Si! Pero también lo emocional que se ha echado de lado por darle importancia a lo técnico, al ego, a no cuestionarse nada, a perseguir corrientes” artísticas”, a no crear un personaje, o si se trata de un concepto ¿Qué es ese concepto? No se trata de hacer una telenovela en la danza, pero si de hacer sentir al público, a ese público que espera una pista o algo que lo identifique mientras observa nuestra danza y no conecta con nada, esa danza que esta dejando de ser danza para convertirse en otra cosa.
Ruby Gámez Ruíz
Premio Nacional de Danza, José Limón 2020. Cuenta con 40 años de trayectoria que destacan por su trabajo como coreógrafo en importantes Compañías del país. Su obra ha sido presentada en diversos escenarios y países como: Estados Unidos, Italia, España, Cuba, Colombia, Francia, Canadá, Ecuador y por supuesto México. Sobresale su labor como instructor de técnicas posmodernas de movimiento. Por su desempeño, ha sido distinguido con importantes reconocimientos como el Sistema Nacional de Creadores FONCA.
En 2023 celebra su 40 Aniversario como artista escénico con una función en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes y en el Teatro del Centro de las Artes en Monterrey, N.L. realizando la develación de placa conmemorativa en ambas plazas con elenco de Ciudad de México, Coahuila y Monterrey.
Lugar de residencia: Monterrey, N.L.
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