Nuestro cerebro se encuentra en constante remodelación, neuronas mueren todos los días para darle vida a otras nuevas, se realizan conexiones de todo tipo para lograr el mejor procesamiento de la información que recibimos del exterior. Sin embargo, parte de esto es lograr la supervivencia, incluso si se tiene que cambiar toda la programación, incluso si te tiene que hacer pensar que la capacidad de intimidad, vulnerabilidad, tacto y fluidez no es algo posible para ti, al ser que cuando se te presentó, atentó contra tu desarrollo.
(…)
La primera vez que regresé a mi cuerpo,
no sabía qué estaba pasando,
era tan confuso;
¿cómo era que podían caber tantas consciencias en un solo cuerpo?
¿cómo era que cabía tanto dentro de un cadáver?
¿cómo era que lo que veía en el espejo había pasado por tanto
y podía pararse ahí,
quieto,
inmóvil?
Y es que,
cuando la sangre deja de ser sangre,
los moretones dejan de ser moretones
y el dolor deja de ser dolor,
lo que mejor sabe hacer el cuerpo es quedarse quieto,
tan inmóvil,
que hasta la mente se le escapa
y esta huye,
multiplicándose tanto como pueda,
con tal de sobrevivir.
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La segunda vez que regresé a mi cuerpo,
ya sabía que la mente era capaz de reprogramarse,
lo veía y sentía completamente diferente
incluso cuando era igual que la última vez,
sólo que esta vez la autocompasión me acompañaba;
me pertenecía un poco más;
sin embargo,
las ganas de macerarlo con mis propias manos seguían ahí,
sólo quería ablandarlo,
quería sentir aquella fluidez y suavidad que tanto anhelaba.
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La tercera vez que regresé a mi cuerpo
fue gracias al movimiento,
la primera vez que sentí que me pertenecía por completo,
que pude visualizarme un futuro,
donde logré recordar todo lo que alguna vez fui.
Fue a través de mis tejidos
que todo se conectó,
a través de la energía que envuelve a los huesos.
Fue el sudor,
la sangre fluyendo,
los latidos,
las contracciones,
los estiramientos,
el tacto con mi propia piel y la del otro;
que crearon la fluidez de mi cuerpo,
conduciéndome a la fluidez de mi mente.
Fue en el cansancio y éxtasis físico en donde me hice libre,
en donde logré conectar a mis consciencias y mis historias;
al pasado y al futuro.
- Agradezco al movimiento, que me permite darles consistencia a mis realidades.
Leonardo González
19 años
Monterrey, Nuevo León
Artista interdisciplinario / Nutriólogo
Fotografía: Camila Jiménez
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