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La importancia de la danza a través de la historia

Actualizado: 16 ago 2023

A lo largo de la historia, el ser humano, ha ido entretejiendo un vínculo muy estrecho entre el fenómeno dancístico y su entorno social, por lo tanto, el estudio de este arte, resulta sumamente significativo, ya que estos hallazgos nos revelan grandes datos sobre las creencias y las tradiciones de una sociedad en específico, tomando en consideración a la danza como un eje que atraviesa las distintas esferas sociales, podemos darnos cuenta que los vestigios de esta expresión humana contienen en gran medida información muy valiosa de como se ha sido desarrollando nuestra especie a lo largo del tiempo, así como también nos permite entender de algún modo, como es la sociedad que somos hoy en día.


Partiendo entonces de dichas consideraciones, este texto plantea la pregunta ¿Qué tan relevante es la danza para la humanidad? Por consiguiente, el objetivo de este ensayo es profundizar en los orígenes de esta singular manifestación humana y tratar de dilucidar, cuál ha sido su impacto en la cultura social.

Para poder desarrollar el objetivo, este ensayo se compone de tres apartados, el primero de ellos se enfoca en las herramientas que los investigadores e historiadores de la danza, utilizan para obtener sus fuentes de información, y como estas fuentes, han logrado contribuir en la comprensión y en la reconstrucción de los distintos períodos dancísticos.


El segundo apartado está orientado hacia la importancia que el ser humano le ha otorgado a la manifestación dancística, desentrañando su carácter místico, simbólico y cultural.

Por último, como tercer apartado vendrán las conclusiones, con el fin de obtener una respuesta a la pregunta principal de este texto.


1. VESTIGIOS


“La danza es el arte más antiguo de la humanidad, es la matriz de los ritos que han dado lugar a todas las formas culturales, y es un arte universalmente extendido y presente como radical en todas las culturas, la danza es una de las raíces del lenguaje. Choza y Garay, 2006).


La danza como lenguaje universal ha ido labrando su propio destino, desde los impulsos más intrínsecos de la humanidad, el cuerpo del danzante se transforma en energía, conectándose de manera directa con sus emociones y con su entorno.


“La danza vive en el tiempo y el espacio. El creador y lo creado, el artista y su obra, siguen siendo en ella una cosa única e idéntica.” (Sachs, p.13).


La danza y la civilización humana, han ido de la mano desde hace más de 10 mil años, danza y lenguaje son sinónimos de una inteligencia superior del resto de las especies. (Urtiaga, 2017 p.4).


Dejemos que nuestra imaginación vuele a esas épocas de las tribus prehistóricas, en donde el cerebro humano estaba atravesando por un período de evolución exponencial, imaginemos a esos seres, buscando dar respuesta, a todos los misterios que giraban alrededor de su vida como el latido del corazón, los astros, el día y la noche, las estaciones del año, el nacimiento y la muerte, detonando en ellos la intuición por realizar danzas rituales y simbólicas, llenas de significados y de creencias, es posible suponer que el ejercicio de estos eventos aportaran en gran medida importantes nociones como la comunicación, la organización, el sentido de pertenencia, el mundo espiritual, asentando así, las primeras bases de una sociedad y es gracias a su despliegue creativo, que hoy en día contamos con algunos datos de nuestros inicios como especie, prueba de ellos son las pinturas rupestres y más adelante en civilizaciones posteriores, como la griega, la romana, la egipcia, la prehispánica, etc. la pintura, la escultura y la música se convierten en una fuente fidedigna de estas manifestaciones. Hoy día estas fuentes siguen dotando de inspiración al espíritu creativo de los danzantes


“Cuando Isadora llega ante las ruinas de Grecia se opera el milagro. Está ebria de arte. La tierra donde duermen tantos pensadores, las piedras que encierran tanta gloria, transmiten a su cuerpo una ráfaga de fiebre creadora. Sola sin testigos, empujada por el hechizo, corre y danza en la Acrópolis” (Choza y Garay, 2006p. 84).


Al ser la danza una manifestación transitoria, los investigadores han tenido que desarrollar una serie de estrategias para poder desentrañar sus vestigios a lo largo de las distintas épocas. Los investigadores no cuentan con la danza para estudiarla, sino que deben basarse en los restos que quedaron o en sustitutos de ella como programas de mano, crónicas, críticas, fotografías, etc. (Tortajada s.f.) de este modo observamos que muchos de estos hallazgos, están sustentados en opiniones sobre estas expresiones dancísticas, que aportan información dándole la oportunidad al investigador, de colocar a la danza en un contexto determinado.


Foucault señalaba que el documento o la fuente era ya en su origen una construcción del historiador. El hecho de nombrar fuente un texto, una partitura, un objeto, una imagen, una escultura o una pintura, suponía ya una hipótesis, o un preconcepto. La fuente no sería un elemento que nos informa sobre el pasado de una manera abstracta y directa. La fuente sería el resultado de una intervención del historiador. (Vallejos, 2014, p.160)


En las últimas décadas, hemos sido testigos de una transformación que nos abre la oportunidad a la diversidad de acercamientos para la reconstrucción o recreación de las obras logrando crear una sinergia entre historia y danza, que permite se nutran la una de la otra de manera creativa y respetuosa.


1.1 LA DANZA COMO INSTINTO


Partiendo de la noción, de que la danza es inherente al ser humano, ésta, al igual que nuestra especie, vive y sobrevive en el momento presente, sucede en el “aquí y en el ahora”, por tanto quienes la ejecutan, o quienes son testigos de su manifestación, la vivirán como una experiencia efímera, aún, se trate de algún ballet tradicional, o la pieza de repertorio de alguna compañía en específico, los intérpretes nunca vivirán la experiencia dancística dos veces del mismo modo, ya que la danza como la vida, se vive siempre hacia adelante, como seres biológicos que somos, nuestros modos de sentir y de pensar constantemente, están siendo atravesados por experiencias de vida distintas, y aunque estas no siempre sean del todo contrastantes, es justamente esa gama de matices, lo que dota de pluralidad a este fenómeno social y escénico, en donde el arte y el artista habitan el mismo organismo.


CONCLUSIONES


La danza, ha sido por excelencia un vehículo expresivo, un mediador ante los dioses, ha consagrado matrimonios, y ha sido también el “alma” de muchas fiestas, pero es también una ventana al mundo del arte. La danza como disciplina artística representa en quien la ejerce un compromiso de largo aliento, el cuerpo se ve “tocado” por la presencia de este fenómeno de muchas maneras, convirtiendo a las y los bailarines en seres no solamente atléticos y hábiles, sino que también los transforma de adentro hacia afuera en seres sensibles y creativos, que de algún modo ha través del éxtasis dancístico encuentran un propósito de vida. “La danza es el lenguaje oculto del alma” Martha Graham.


BIBLIOGRAFÍA

Tortajada, M. (s.f.) En busca de pruebas: la historia de la danza. Tempo: Laberinto, (44).

Vallejos, I. (2014) Los debates de la historia de la danza: ¿un diálogo imposible? Telón de fondo: Revista de teoría y crítica teatral. (159).

Sachs, C. (1943) Historia Universal de la Danza: Cuarenta y ocho grabados en negro y dos láminas en colores, Treinta y un ejemplos musicales (1era Ed.) Buenos Aires: Centurión.

Choza, J. y Garay, J (eds.). (2006) Danza de Oriente y Danza de Occidente. Sevilla: Thémata.

Urtiaga, J. (2017) Evolución de la danza y su lugar de representación a lo largo de la historia: Desde la prehistoria hasta las vanguardias de la modernidad. AXA: Una Revista de Arte y Cultura, (P.4).


Cristina Garza Hernández

45 años

Monterrey NL

Maestra de danza contemporánea


Fotografía de José Ignacio Granados


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