Antes de comenzar, me gustaría aclarar que algunas partes del texto están escritas durante el tiempo presente en que iban sucediendo y otros momentos son una vez procesada la experiencia.
Actos de fe
Esta semana he estado acudiendo a los ensayos del ritual de Lilith, desde el primer instante todo ha sido aprendizaje y un montón de revelaciones se me han manifestado, la que me gustaría destacar es que he podido confirmar que siempre he trabajado mejor acompañada por energía femenina (independientemente del género de las personas), la energía femenina es el lugar donde me he sentido más segura, con más confianza en mí misma, sin miedo a ser juzgada y sin miedo a que me hagan sentir menos, donde sé que estoy en un lugar seguro. Por oposición a la energía masculina que padecen algunos hombres o mujeres, energía que tiende a ser impositiva, que me hace dudar de mi misma, que oprime, achica, invalida, busca tener la razón absoluta y el dominio.
Los proyectos que más he disfrutado han tenido la energía femenina en común: el último año de mi carrera, la música de Drama, Laboratorio del Ser y ahora el proyecto de video danza “Lilith”.
En estos últimos años de mi vida, estaba permitiendo que ciertas voces (externas e internas) que pudiera denominar masculinas, me hicieran creer que no era suficiente, que no tenía la capacidad de crear algo digno de ser categorizado como “excelencia artística” (¿existe tal cosa?) cuando en realidad, desde que tengo memoria, el arte siempre había sido el sitio al que había recurrido sin ninguna pretensión particular sino por ser algo que simplemente no puedo evitar (digamos que en mi infancia o adolescencia jamás se me hubiera cruzado por la mente pensar si algo que había dibujado, si las canciones que me inventaba o si lo que había hecho en el taller de teatro estaba “bien” o “mal”, sino que eran cosas que NECESITABA hacer y las disfrutaba) pudiera afirmar que manifestarme a través del arte literalmente es una necesidad VITAL en mí. De hecho, durante la pandemia, tras tener que abandonar los entrenamientos con Laboratorio del Ser y las clases de danza presenciales, yo sentía que una parte de mí se estaba muriendo, sin el acto creativo y sin la colectividad yo me moría poco a poco y, sumado a las voces masculinas, entré en una etapa de estancamiento. Durante este aislamiento (físico y emocional) de las personas, muchos pensamientos terribles habían estado rondando mi cabeza durante un tiempo, los cuales no me estaban llevando a un buen sitio, y aunque el trabajo de psicoanálisis me da casi todas las herramientas que necesito para sobrellevarlo, no es una expresión artística. La terapia no es arte así como el arte no es totalmente terapia, o no lo sé.
Entonces, tratando de poco a poco irme haciendo cargo de lo que yo quería, de no seguir permitiendo que se me impusiera o manipulara, deseaba por fin llevar a la acción todo eso para lo que me estuve preparando y entrenando tanto pero había reprimido hasta que fuera “suficiente”, hasta tener “permiso” de liberar mi creatividad.
Y bueno, aunque pueda parecer romántico, la verdad es que a veces sucede magia en la vida, o tal vez por fin nosotros mismos permitimos que suceda, o tal vez si hay un tiempo donde ciertas cosas deben suceder, he tenido algunas experiencias así. Para dar un ejemplo, una vez cuando estaba en la secundaria compré un libro sin saber por qué, sin pensarlo, y años después en la universidad toda la información que necesitaba para un trabajo se encontraba en ese libro. El punto es que, cuando me encontraba a nada de aceptar que me encontraba muerta en vida, hace 2 semanas una chica de mis contactos compartió un giveaway para una función virtual de la compañía “Fugite” que me llamó demasiado la atención, empecé a seguir la cuenta, incluso envié un correo para preguntar si tenían entrenamientos abiertos a público, y súbitamente unos pocos días después publicaron el casting para el proyecto “Lilith”, a esa cadena de actos mágicos debo sumar el hecho que los requisitos y horarios estaban a mi favor y además la propuesta del proyecto en sí me atrapó.
Temerosamente arrojada nuevamente al mundo, debo decir que fue una especie de shock el encuentro con un espacio en donde tienes la certeza que no corres peligro alguno y en “Lilith” esa constante sensación de vulnerabilidad que me acompañaba, ese constante estado de tensión y estar alerta, desapareció casi instantáneamente.
En el ensayo de hoy requerían hacer una prueba de cámara, se nos había mencionado incluso desde los requisitos que el proyecto involucraba semidesnudo o desnudo total y se nos volvió a mencionar antes de la prueba; que era totalmente respetable la decisión que cada una tomara, el hacerlo con o sin top. La sombra de mi aislamiento previo trataba de decirme que no lo hiciera, estábamos a punto de comenzar cuando sin pensarlo, literalmente sentí que el top me estorbaba, sentí la necesidad de retirarlo, como si no estuviera correspondiendo a la confianza que se me estaba brindado, que no me estaba compartiendo, como si el top fuera una capa o una especie de defensa de mi parte ante este espacio totalmente seguro para explorar nuestra feminidad, y al removerlo de manera casi inconsciente, supe que estaba lista para compartirme y recibir nuevamente.
El Ritual del inconsciente
Física y psicológicamente, durante el proceso de ensayos mi cuerpo fue pasando de un previo estado de tensión tensión TENSIÓN constante acumulada por el paso de los años, al extremo de la liberación total, el despojarse, respirar, soltar y, literalmente sacudir todo el sistema nervioso, fue algo que definitivamente mi organismo resintió y tuvo que tomar su tiempo para procesarlo (aproximadamente dos semanas), pero definitivamente era un empuje, una parte del camino necesaria para comenzar a cerrar un ciclo específico del cual no estaba haciendo consciencia hasta el día de la grabación. Si pudiera hacer una especie de analogía pensemos en las figuras aparentemente sin sentido que alguien forma colocando fichas puestas de pie, pero que al dar un pequeño empuje al inicio del corrido, provoca una reacción en cadena que derriba a todas las demás y revelan el patrón construido, la imagen completa. Digamos que el patrón de fichas se comenzó a crear desde mi infancia hasta el presente, que fui modificando y moviendo cosas de lugar al comenzar mi proceso de psicoanálisis hace algunos años pero que, aunque el ponerlo en palabras era una parte del proceso, el despojarlo físicamente sería otra.
Debido a que solo se realizaría una toma del ritual completo, nos vimos en la necesidad de literalmente entregarlo todo, nuestra energía y nuestro ser puesto en el fin común, con una intensidad de energía que no recuerdo haber experimentado antes. En la segunda toma se grabarían solamente los momentos previos al abrazo final, nuevamente la energía al tope, tanto así que el abrazo final de la ficción dejó de serlo para convertirse en un abrazo real, una unión de hermanas, de hijas de Lilith.
Al finalizar la segunda toma, puedo afirmar que quedé drenada, y en el vacío total apareció el inconsciente, lo más profundo necesitando salir de mi ser, la primera ficha había sido derrumbada: el abrazo materno (o la necesidad de).
En ese momento hice todo para decirme a mí misma que no entrara en un terreno desconocido. El principal motivo es porque literalmente no sabía a donde me iban a conducir esos pensamientos y emociones, no sabía si iba a poder parar o cómo hacerlo, no quería poner la responsabilidad de algo que no estaba en manos de los otros, tampoco tenía intenciones de provocar algún tipo de retraso en la filmación y además quise tratar de conducirme de la manera más profesional posible, cumplir con lo que nos habían pedido: darlo todo, y tener la capacidad de trazar la línea entre ficción y realidad, conducirme como siempre lo había hecho en las representaciones teatrales o situaciones imaginarias, es decir, “salir de la situación”, pero esto era diferente. No había tenido una experiencia así en el teatro, mi inconsciente no se había manifestado de esa forma en algún proyecto anterior y en realidad solo le puse una pausa al asunto ya que es bien sabido que toda emoción reprimida va a manifestarse después.
Durante dos semanas las fichas iban cayendo, provocando una vorágine de emociones que no iba a detenerse hasta que terminaran de caer por completo.
Para una persona diagnosticada con depresión clínica, el abrazo es un acto difícil de llevar a cabo no porque no quiera, de hecho, lo desea y necesita profundamente pero simplemente algo se atraviesa entre el deseo y la acción, por lo que su abrazo se manifiesta mediante otras formas que sus hijos van aprendiendo a identificar y valorar por el esfuerzo puesto en ello, sin embargo, sentía que mi feminidad no podía estar completa sin esa conexión con el abrazo materno verdadero, cuerpo a cuerpo, el saberse protegida en el cobijo de la figura femenina de mayor importancia en la existencia de cada ser vivo del planeta.
Llamo a mis papás una noche para anunciar mi visita a su casa, saben que últimamente algo me tiene inquieta. El amor materno me recibe con lo que reconozco como una de sus mayores expresiones, el alimento preparado específicamente para mí, para mí y nadie más. Conmovida por este amor, finalmente cae la última ficha y se crea la figura: el abrazo de madre e hija, uno profundo y sublime.
La generación
Me da la impresión, o he podido ser testigo que lamentablemente y al mismo tiempo, por fortuna, muchas de mis hermanas venimos cargando con el peso de tener que romper con la carga emocional y psicológica de la que nuestras madres, abuelas, y más atrás no pudieron/supieron/quisieron, no se les permitió o no se atrevieron a hacerse cargo.
Y el peso que venimos cargando es ya insoportable. Es insoportable no trasgredir los patrones impuestos. Patrones que justamente han desencadenado o provocado un sinfín de males. El patriarcado ha sido el verdadero demonio.
El hombre que se encargó de definir las cosas, el hombre que se inventó el matrimonio como derecho a la propiedad privada, el hombre que le impone a su mujer-propiedad qué sí, qué no, cómo si, cómo no, cuándo si, cuándo no, dónde si, dónde no, el hombre que se encarga de reprender y violentar a su mujer-propiedad física y psicológicamente, el hombre que reprende a sus pequeñas propiedades que su mujer-propiedad dio a luz a veces sin haberlo deseado, a veces porque simplemente el hombre puede disponer del cuerpo de su mujer-propiedad a su gusto, pone a la mujer-propiedad en una posición donde solo puede seguir transmitiendo estos patrones, preparando a sus hijos varones para ser los siguientes propietarios y preparando a sus hijas hembras para ser las siguientes propiedades. Pero a veces al hombre no le es suficiente con controlar la vida de su mujer-propiedad, su necesidad de controlar a la hembra es tal que debe hacerlo también con sus pequeñas hijas-propiedades y a veces esta necesidad de controlarlo todo puede salirse de control, provocando daños irreversibles en el cuerpo y mente de las hijas-propiedades. Aun así, no le es suficiente, por lo que decide expandir su poderío y conquistar otras tierras, otra mujer-propiedad, otras hijas-propiedades. Una de las hijas-propiedades a su vez tiene sus propias hijas (las nietas-propiedades del hombre), pero el daño emocional y psicológico que el hombre, padre-propietario causó en ella no desaparece. La nieta-propiedad crece sin entender nada de esto en sus primeros años de mi vida, la nieta-propiedad debe cargar con el peso del asunto desde su ignorancia. La nieta-propiedad comienza a entender poco a poco, la nieta-propiedad decide hacerse cargo, la nieta-propiedad decide ponerle un alto al daño provocado por el demonio del patriarcado.
Y entonces al demonio macho le es inconcebible que una mujer sea capaz de tomar cualquier decisión sin su previa “autorización”, le es insoportable que una mujer sea, piense o se manifieste de cualquier otra forma que no corresponda a lo que él ha establecido para ella desde el inicio de los tiempos, por lo que decide tacharla de enemiga, inmoral, loca, BRUJA.
Soy nieta, pero decido dejar de cargar con el peso del daño provocado por el demonio del patriarcado, decido ser bruja si es necesario y sé que no estoy sola, sé que somos muchas hermanas las que nos acompañamos en el camino: Mapy, Alex, Pato, Cami, Laura, Aglae, Carmen, Mara, Lili, Dafne, Angela, Ana, Vale, María, y todas aquellas en cualquier rincón del mundo que se sientan incluidas en la generación de Liliths.
Rubí Rivera
29 años
Artista escénica
Monterrey, Nuevo León
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