Esta es mi verdad, la única que conozco. Me va formando y llevando por el proceso, que como ser vivo, tengo que cumplir. No sé mucho acerca de los momentos exactos en los que se manifestó cada nueva capa, pero sé que siempre ha estado ahí, aunque en constante cambio. Mi verdad es un resultado acumulativo de todas las otras verdades que me rodearon durante mis primeros años de vida, y hasta antes de que naciera. Las verdades externas que, sin realmente querer hacerlo, plantaron una semilla de cambio, aun sea pequeña, que moldeó, y hasta el momento sigue moldeando, mi propia versión de ella. Para bien o para mal estos pequeños impulsos de corriente eléctrica me fueron llevando al descubrimiento de mi verdad desnuda.
Cuenta la leyenda, que un día la verdad y la mentira se cruzaron.
- Buen día. Dijo la mentira. - Buenos días. Contestó la verdad.
- Hermoso día. Dijo la mentira.
Entonces la verdad se asomó para ver si era cierto. Lo era.
- Hermoso día. Dijo entonces la verdad. - Aún más hermoso está el lago. Dijo la mentira.
Entonces la verdad miró hacia el lago y vio que la mentira decía la verdad y asintió. Corrió la mentira hacia el agua y dijo...
- El agua está aún más hermosa. Nademos.
La verdad tocó el agua con sus dedos y realmente estaba hermosa y confió en la mentira. Ambas se quitaron la ropa y nadaron tranquilas. Un rato después salió la mentira, se vistió con la ropa de la verdad y se fue. La Verdad se negó a vestirse con la ropa de la Mentira, prefiriendo salir desnuda y caminar así por la calle. La gente no decía nada al ver a la Mentira vestida con la ropa de la Verdad, pero se horrorizaba al paso de la Verdad desnuda.
El pintor francés Jean-León Gèrôme, a mitad de los 1890, representaba en algunas de sus pinturas a la Verdad como una mujer desnuda siempre recostada, saliendo o intentando salir del fondo de un pozo. Consecuentemente porque sé incitó que la razón por la cual ella se encontraba ahí, era porque fue despojada y aventada al fondo en contra de su voluntad, luchando por salir, se encontraba sin escapatoria.
En “La Verdad saliendo de un pozo” de 1896, la Verdad, de igual forma representada como una mujer desnuda, se ve saliendo del pozo que la mantenía cautiva. Trae con ella un estilo de flagrum romano en la mano derecha. Un tipo de látigo pequeño que se usaba como utensilio de tortura, principalmente como castigo; similar al que se usó para la flagelación de Cristo. En su rostro vemos una expresión de ira, decepción, coraje, la mirada de una mujer que fue desterrada; es algo aterrador y al mismo tiempo armonioso. Su figura, su postura, aún fuerte, es suave y honesta. Su intención no es otra más que hacerte saber. Fue la humanidad la que decidió encerrarla en el fondo del pozo para no saber nada de ella. Fue la humanidad la que no soportó ver su desnudez. Ahora ella viene con intención de castigar a la humanidad por lo que le hicieron.
Siento que me encuentro actualmente en un mundo diferente al que me criaron, me prepararon para un mundo que ya no está, uno que poco a poco se vuelve obsoleto. Últimamente, dada la situación pandemia, he viajado un poco a través del tiempo, regresando al pasado, a las comedias de los noventas. Principalmente las que se enfocan en la vida después de la universidad, que siguen a nuestros personajes, mayores de 25 años, viviendo la experiencia laboral, romántica, espiritual, que se ofrecía actualmente en ese tiempo. Que en su momento lo veía normal, pero que ahora, volviendo a ver después de varios años, puedo ver el privilegio que se tenía en aquel momento, que tristemente hoy en día se está rápidamente perdiendo. Realmente el proceso que se te enseña se ve bastante sencillo, naces, vas a la escuela, te gradúas, conoces a alguien, consigues un trabajo, te casas, compras una casa, tienes hijes, tienes un negocio propio, tal vez compras unas tierras, te jubilas, vives pensionade y al final mueres. Me parece maravillosa la vida adulta que se muestra en esas películas y me resulta cómico el saber que durante mi niñez esa fue la “vida adulta” a la que se me fue preparando, para en mi momento, formar parte de. Aunque mi padres realmente no estaban seguros de ello, pero me hicieron creer a mí que sí. No los culpo en absoluto, ni por lo mismo a esa generación que nos crió ciegamente pensando que el mundo se mantendría de la misma forma a la cual elles lo vivieron. Más bien estoy agradecido por tratar de protegernos, ante la verdadera situación actual, que tal vez pasó un poco diferente, más cruda, que la manera en cómo nos la pintaron. Tal vez nos dieron la confianza de que llegará la edad en la que sabríamos exactamente qué hacer, o que cuando llegue el momento sabremos cómo resolver, porque está en nuestro instinto. Pero ¿Cuántos casos de adultos jóvenes de la generación milenial y generacion z hay que cuando llegan a la edad, que se supone que tienes que tener todo resuelto, realmente se dan cuenta que no tienen nada, que no saben nada y que esa idea que se nos plantó de niñe es completamente falsa? Nuestros padres no lo tenían todo resuelto, cuando éramos niñes, sólo nos pintaban la idea de que sí lo tenían y que en algún punto nosotres llegaríamos a tenerlo también. Crecimos con la idea de que siguiendo estos pasos íbamos, al final, a tener una retribución por nuestro trabajo, pero ahora nos encontramos con una “nueva realidad” que completamente cambia los estándares que se plantearon anteriormente y al final nos promete... no mucho. La tecnología, redes, sobrepoblación, extinción de especies, el aumento de la contaminación, entre otras cosas, nos enfrentan a un sin fin de demonios nuevos que como generación nos va a tocar solucionar. No podemos vivir la vida adulta de nuestros padres porque tenemos que vivir la nuestra. Es parte de la vida, supongo que es normal, estamos siguiendo nuestro propio proceso; pero es un shock en el que me tuve que enfrentar recientemente y he visto que personas cercanas a mí, pasaron por un proceso similar y es por ello que me ha inspirado a escribir acerca de la verdad desnuda.
Que me lleva al siguiente punto, otra de las cosas que también he percibido, al estar en esta etapa de mi vida, son las personas cercanas que me rodean, de mi generación, que deciden tener une hije. Y lo que más me ha percatado es la forma en la que les crían; ahora siento que se está haciendo de forma un poco más sincera. Veo a una mamá explicándole a su hija de 5 años que está bien no estar bien, está bien equivocarse y que principalmente las mamás no son perfectas, y que en algún punto cometerá un error; pero que es parte de la vida y hay que seguir adelante. Y sobre todo enseñarle que en algún punto ella va a tener que pasar por las mismas cosas y que es importante entender que la vida no es fácil y está bien cometer errores, que tenemos que aprender a ser un poco menos dures con nosotres mismes. Tal vez esta generación tiene un poco más de autocompasión en cuanto a aceptar la idea que como adultos no tenemos que tener todo resuelto. Porque no creo realmente que tengamos mucho control total de nuestras vidas. Podemos controlar la forma en cómo reaccionamos y en cómo nos afectan las cosas que nos suceden externamente, como también las acciones y decisiones que tomemos acerca de nosotres mismes, pero realmente no podemos controlar lo que nos sucede. Y esta bien, esta totalmente bien. A veces te encuentras arriba, otras abajo, la vida sigue su curso natural. Creo que el tener tal vez está perspectiva más joven me pudiera haber ayudado un poco más a lidiar con los problemas que ahora me enfrento. Sé que estoy en mi propio proceso, en mi propio autodescubrimiento, pero aun así no puedo dejar de pensar, con este nuevo empleo de conocimiento, ¿Cómo se desarrollarán las nuevas generaciones que se les está enseñando aceptar la verdad desnuda?
Patricio Méndez
24 años
Monterrey, Nuevo León
Artista audiovisual & performer
(The nurturer Truth lies in a well, having been killed by liars and actors, 1895 Jean-Lón Gérôme)
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